Los Caminos de Moctezuma y la Prehistoria del Turismo
Moctezuma disponía de los caminos eficaces para las necesidades
del Impoerio; caminos por los que transitaban el comercio, la religión
y el militarismo que incitaban al intercambio y al viaje en esa
noble prehistoria mexicana del turismo.
Con aguda intuición, los mexicas proyectaron y localizaron
caminos, según sus necesidades y los accidentes topográficos.
La anchura de la vías alcanzaba hasta ocho metros para
facilitar el tránsito de los viajeros de numerosas caravanas
de "pochtecas", de mercaderes, de los "pains"
que eran correos, de los "tequipantitlantis", y de numerosos
"topiles" y "tamenes" que transportaban sobre
sus espaldas víveres en "petlacallis" -especie
de "petacas" tejidas de caña-.
De las excelencias de los caminos indígenas, nos hablan
los propios conquistadores.
Cortés, dijo con solemnidad:
"Entré por una calzada que va dos leguas por medio
de esta dicha laguna, hasta llegar a la gran ciudad de Tenochtitlán
que está fundada en el medio de dicha laguna; la cual (calzada)
es tan ancha como dos lanzas y muy obrada; tanto, que pueden ir
por ella ocho caballos a la par" (Ocho caballos a la par, representan
unos quince o veinte metros).
Por su parte, Bernal Díaz del Castillo afirmó:
"Para cruzar canales y ríos, lo indígenas
construyeron puenten levadizos o permanentes. Cuando era mayor la
anchura de los ríos, empleaban balsas y canoas. A su vera
y a determinadas distancias, estas vías de comunicación
terrestre disponían de áreas para descanso y casas
espaciosas para albergue nocturno de los caminantes. Las hospederías
eran gratuitas.
El camino indígena nace como recurso elemental para realizar
un intercambio rudimentario de productos y servicios, de comunidades
que hasta entonces fueron económicamente autosuficientes.
Al surgir la prepotente Tenochtitlán en el universo indígena
del altiplano, los caminos se multiplicaron como tendones de acero
destinados a afianzar al sojuzgado.
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